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Ologá

OLOGÁ


Ologa, esa llamarada  permanente 

Hay jardines colgantes para espantar el viento 
Hay espejos en trance para conjurar relámpagos 
Un trono en llamas para el Dios de las aguas azules
 y un chimbangle de fuego para celebrarlo 
Un cementerio entre juncos y malabares donde navega
el ataúd y una lágrima para desaguar olvidos 
En procesión la rosa y una décima hacen fiesta de la despedida 
Entonces en esos predios de agua las filiaciones se trastocan
Dicen de las mareas 
De influjos astrales 
Toque de luna 
Insolaciones 
Hay espantapájaros que enloquecen peces 
y carnadas para atrapar pájaros 
Hay taparas como sonajas donde se enreda el viento 
y cuchillos en cruz para santiguarlo 
Un silencio iluminado tras cada destello 
Una sombra en llamas para el regreso. 

Alexis Fernández, 2020.


Ologa, marullos 

En tus orígenes 
se recrean ecos 
de antiguas resonancias 
cueros templados al sol 
himnos y tribulaciones 
viajes a cerrojo 
y abruptas como impuestas geografías 
En las aguas
como en nuestra sangre
viajó el cielo 
y la memoria tatuada 
de nuestros antepasados 
su lengua de fuego 
nuestro pie descalzo
su ritmo de sangre 
el color profundo de nuestra piel 
nuestro oficio 
de orfebrerías de agua  
Hoy en nuestras orillas 
nada permanece 
Lo que ayer se levantaba 
reino en la playa 
Mañana ya es recuerdo 
Cuando hay tormentas 
A ratos aparece 
Se acerca en el golpe de tambor 
Se hace canto de madera
Pero ya no está 
Es alfabeto de la memoria 
Cuaderno de agua que sigue las ruedas del viento 
Sin embargo intactas las memorias 
recrudecen en su fuego

AF, 2020.




Colegio de aguas 


Para Victoria y David

Hay un colegio en Ologa
y en sus paredes de viento
las pizarras suelen colgar de las nubes
y sus libros de agua
y cuadernos y lápices de salitre y tormenta
penden de algunos astros y pájaros  cercanos
mientras nosotros con tizas de colores
azuzamos  el celeste luminoso de las canaguaras
que asoman sus ojos de fuego por las ventanas sin ventanas
---Pero es lunes!
Dice un personaje
escapado de uno de los libros
llevados por uno de los pájaros
que portan en sus alas
el alma de la laguna
---Hay clases de geografía!
susurra otro personaje
saltado de unas páginas coloreadas
ahora cuando la laguna gira tras los astros, los pájaros y las pizarras que siguen los empeños del viento
El maestro habla
de torrentosos ríos
de frágiles nacientes
y anchurosas desembocaduras
Habla de un río tan largo como el mundo y tiene por nombre Catatumbo!
Habla de  un río sin una sola  cachama que se hace  llamar El Chama¡
Habla de un río que tiene la vida por delante y lo nombran Escalante¡
Mientras tanto nosotros pintamos
un relámpago que desborda nuestros  cuadernos
Un amarillo extendido que lanza atarrayas como rayos sobre las aguas
A plena luz del día
el relámpago sin trueno se torna  invisible
Un amarillo espantado que sale a trote del colegio y avanza en sus callejuelas de agua
y revuelve los trastos de cocina
y desata los espejos inclinados
y regresa ya tarde
relinchando como un potro desinflado
Sin embargo no podemos contener la llamarada que se desborda de nuestras manos
Un relámpago
silente   y   errático
rutilante   y   esquivo
se reanima en nuestros  cuadernos
Los ríos del maestro
con sus nombres
sonoros y crujientes
se cuecen bajo su lumbre


Alexis Fernández, 2020.


Invierno 

En nuestra casa de agua 
nunca fallece el invierno 
La crecida 
nuevamente deja sus huellas 
en el humedal 
El animal acuático 
aún palpita en la laguna 
Su sofoco de vendaval   
aún relumbra bajo el relámpago 
que extiende un manto ocre de hojarasca y juncos desechos
Las provincias se rehacen tras su aliento de dragón enmudecido 
Mudaron sus casas a otras orillas 
donde florece el mangle y el lirio de agua 
extendieron la mesa de musgo y liquines 
donde conviven luciérnagas y cangrejas azules 
El universo respira en cada cardumen
La atarraya se hace rayo en la pesca
y deja caer una doncella en el peltre de la casa  donde ya la mesa navega entre juncos 
La noche enciende sus antorchas 
el invierno no cesa 
vuelve en las ráfagas imprevisibles de una sombra 
imantada de relámpagos

Alexis Fernández, 2020.

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