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Mostrando entradas de enero, 2020

OLOGÁ, MARULLOS

Ologa, marullos  https://www.youtube.com/watch?v=uLA1LJEEEbA En tus orígenes se recrean ecos de antiguas resonancias cueros templados al sol himnos y txribulaciones viajes a cerrojo y abruptas como impuestas geografías En las aguas como en nuestra sangre viajó el cielo y la memoria tatuada de nuestros antepasados su lengua de fuego nuestro pie descalzo su ritmo de sangre el color profundo de nuestra piel nuestro oficio de orfebrerías de agua  Hoy en nuestras orillas nada permanece Lo que ayer se levantaba reino en la playa Mañana ya es recuerdo Cuando hay tormentas A ratos aparece Se acerca en el golpe de tambor Se hace canto de madera Pero ya no está Es alfabeto de la memoria Cuaderno de agua que sigue las ruedas del viento Sin embargo intactas las memorias recrudecen en su fuego AF, 2020.

OLOGÁ, ESA LLAMARADA PERMANENTE

Ologa, esa llamarada  permanente   Hay jardines colgantes para espantar el viento  Hay espejos en trance para conjurar relámpagos  Un trono en llamas para el Dios de las aguas azules  y un chimbangle de fuego para celebrarlo  Un cementerio entre juncos y malabares donde navega el ataúd y una lágrima para desaguar olvidos  En procesión la rosa y una décima hacen fiesta de la despedida  Entonces en esos predios de agua las filiaciones se trastocan Dicen de las mareas  De influjos astrales  Toque de luna  Insolaciones  Hay espantapájaros que enloquecen peces  y carnadas para atrapar pájaros  Hay taparas como sonajas donde se enreda el viento  y cuchillos en cruz para santiguarlo  Un silencio iluminado tras cada destello  Una sombra en llamas para el regreso.  Alexis Fernández, 2020.
LINAJE ANFIBIO A raudales los ecos que asisten a la memoria definen un nítido paisaje. La corteza (digo fronda, tallo, raíces) de sus árboles aguarda sus códigos más allá de cualquier catálogo. La huella de quienes desbrozan el surco en el cultivo del grano feraz es de una recurrente reciprocidad. En sus lluvias, el ciclo infinito del tiempo no entrega sino su música asida al canto de los gallos y al croar de una rana milenaria. En sus ríos un calendario solar inaugura surcos donde sus hombres anclan redes que atrapan lunas y pájaros en llamas. Tierra de agua que asocia un linaje anfibio, sus cifras tatuadas son memoriales para descifrar sus íntimas conexiones. Geografía que condensa las líneas de un cuaderno de infancia donde se revelan sus juegos, aromas, colores, decires y adivinanzas (la picardía de un ojo que aún permanece entreabierto) en un globo que recorre mis noches en duermevela, insinuándome un astro fugaz, un amanecer/atardecer insomnes, las eternas acechanza